"Lo siento. Por todo. Por ser así. Por no saber ser de otra manera. Por dejar que las cosas me afecten tanto y por no tratar de evitar este tipo de situaciones. Este fango me tiene embebida, y cada vez huele peor. No sé cómo podéis acercaros a mí."
La chica triste que te hacía reír ahora se ríe por no llorar, y ya no sabe ser ella, solo levantar desprecios. Quizá tenga que aprender a vivir así.
Todo va a derrumbarse sobre tu cuerpo y dejará tus huesecitos hechos todos añicos. Enemigos de lo inusual. Como uno de esos botones con luz que sirven para nada, pero no dejan de parpadear, los muy hijos de puta. Vete ya de aquí o voy a empezar a enfermar. Más aún. Sí, me refiero a ti, querido reflejo. ¿O crees que el vómito acostumbrado de cada noche es únicamente causa de desinhinibirse más de la cuenta? Nadie querría tanta bilis alrededor. Ni siquiera tú. Entonces ¿por qué te extrañas? No te quedan principios. Ni finales. Ya ni siquiera te quedan ideas. Claras, oscuras ¿qué más da? Obcecada en tener razón, desde la sinrazón, cierran con llave tus oídos y .las palabras vagan sin dirección y retroceden cuando te detienes a pensar un segundo (que, por cierto, nunca está demás). Por otra parte, como sigas paseando desnuda y siguiéndoles el rollo a los albañiles acabarás encontrando una nota de suicidio de tu dignidad pegada con un imán en la nevera. Pero tú nunca harás lo mismo. Ni siquiera eso. Porque eres cobarde. Y los cobardes no dejan notas, ni se suicidan. Solo lo desean levemente, después se esconden de sí mismos, y después lloran, y se apartan cuando les tocas, para que no descubras que son de mentira.
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